Oropeles de consolación colgados en mi solapa del dolor, gestos de valentía que hasta que mis talones vuelvan a caminar fuertes y libres, de momento me recuerdan un lunes por la tarde en el que la estrategia se fue al carajo y perdí la sensated luchando por un sentimiento no correspondido, una fantasía creada por el engaño de unos ojos negros que parecian mirarme con un amor inagotable, pero que simplemente yo era un pasatiempo para el que se aburre un par de horas y necesita compañía hasta que llegue el momento de volver a la realidad.
Dificil, convencer al cielo de que aquí abajo las cosas no son lo que parecen.
Dificil, conquistar un corazón que te ignora una vez que has entregado tu alma.
Dificil, ser estratega cuando tus motivos son limpios y sinceros, como siempre.
Fácil, mentir con una excusa razonable para acallar una conciencia embustera.
Si no tengo ni puñetera idea de por qué me equivoqué tanto, de por qué me he vuelto a equivocar, de por qué mañana seguro me equivocaré de nuevo...
Fácil, hacerse ilusiones creyendo que la gente cambia silenciando asi el dolor.
Fácil, olvidarse de que algo se ha roto para seguir salvando la situación.
¿Quién determina lo que es fácil o dificil? Lo que para uno es extremadamente fácil para otro es totalmente imposible, lo que para uno es un camino abrupto, lleno de piedras y lava, para otro es una ladera verde y llena de sol.
Todo es relativo, todo cierto, todo mentira. Pero ya sea de este modo o del otro, lo que es más que evidente es que aunque te duela o se te pase, te retuezas de rabia o consigas olvidar… hay que seguir luchando la vida hasta que el cuerpo diga hasta aquí o el destino determine que tu estancia en esta vida no es más que un recuero para el que se queda.
Por lo tanto… yo, amateur al que le quedarón prácticamente todas las asignaturas, siguo estudiando la vida, las personas y sobre todo las circustancias que a veces precipitan el fin de tu historia… hoy para mal, quizá mañana para bien. ¡Qué sé yo!
No tengo ni puñetera idea de por qué me equivoqué tanto, de por qué me he vuelto a equivocar, de por qué mañana seguro me equivocaré por enesima vez. ¡Qué sé yo! Vaya panorama…
Agosto será un mes de estudio, trabajo y esfuerzo, olvidaré mis errores, me querré un poco más y en septiembre recuperaré la asignatura más importante “La dignidad”, el resto no creo que me dé tiempo, pero si consigo aprobar esta asignatura seguro que las heridas pasaran a ser recordatorios de que elegi mal porque yo estaba mal, porque si hubiera estado bien no hubiera perdido ni un solo segundo en querer sin ser querido.
¡Agosto! Allá voy… sin playa, sin mar, pero con la luna que mal o bien sigue saliendo para mí.